La NASA, Elon Musk, y Tom Cruise: la obra cinematográfica en su era de realización espacial

 

El cine y la ciencia ficción son hermanos que supieron crecer juntos. En principio, ambos fueron fecundados por el Positivismo científico del siglo XIX, por lo que la idea del progreso los orienta subrepticiamente, y las diversas ramificaciones de la ciencia, junto su aparataje tecnocientífico, los determina. Así pues, mientras el cine tomaba cuerpo del desarrollo de la fotografía y de disciplinas como la medicina (el estudio de la persistencia de la imagen en la retina y la observación de los cuerpos por la neurología), la ciencia ficción meditaba muy temprano sobre la inteligencia artificial, las invasiones de vidas alienígenas, el viaje a través del tiempo, y la exploración del centro de la Tierra,  entre otros escenarios, por lo que, lógicamente, se anticipaba a numerosos inventos, como sucede con el holograma en la novela El castillo de los Cárpatos (1892), del escritor francés Julio Verne.  

            El destino juntaría a estos hermanos a inicios del siglo XX, cuando, por un lado, George Méliès dirija en 1902 Viaje a la Luna, una hermosísima creación de mago que adaptaba las novelas De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, y Los primeros hombres en la Luna, de H.G.Wells;  y, por el otro lado, cuando James Searle Dawley dirija en 1910 su versión química de la obra maestra de Mary Shelley Frankenstein, con la producción del mago de Menlo Park , el inventor Thomas Alva Edison. Desde entonces, la relación entre cine y ciencia ficción ha sido de incesante retroalimentación. En 2017, por ejemplo, el cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu lanzó la instalación Carne y arena, en la que el cine y la realidad virtual cohabitaban.

            De manera que el reciente anuncio de la NASA de que rodará un filme en el espacio, con Tom Cruise en papel estelar y con la colaboración de Elon Musk, fundador y director de la compañía SpaceX, no es más que la materialización de una idea fundacional. Esto, cabe recordar, no deja de tener su carga irónica, visto que una consabida teoría de conspiración reza que el alunizaje del Apolo 11 nunca tuvo lugar en 1969, y que, en cambio, Hollywood se encargó de simular esta conquista, al objeto de asestarles un golpe anímico y simbólico a los Soviéticos en pleno fragor de la Guerra Fría, asunto sobre el que versa el filme de Peter Hyams Capricornio 1.

            Como se sabe ampliamente, Elon Musk, para algunos el Tony Stark de carne y hueso, está convencido de que enviará una flota de cohetes con cientos de seres humanos que poblarán el planeta Marte. Desde esta óptica, resulta natural que emprenda un proyecto de la envergadura de una producción fílmica en el espacio. En relación con Tom Cruise, el cineasta James Cameron informó, en una reciente entrevista, que en 2018 le hizo una propuesta similar, pero que al final no se concretó. Lo cierto es que Cruise tiene frente a sí un proyecto que le servirá para ensanchar su fama de actor que no vacila en poner su físico en riesgo. Se trata, además, de un actor vinculado a varios filmes de ciencia ficción de notable popularidad, tales como La guerra de los mundos y Minority report, de Steven Spielberg; Oblivion, de Joseph Kosinski; y Al filo del mañana, de Doug Liman.

            Hasta ahora, lo poco que se sabe del género del filme es que combinará la acción y la aventura. Esta información, sin embargo, no deja de ser curiosa, por cuanto en cualquier otro momento anterior se habría asumido que la probabilidad de que se hiciera un filme en el espacio pertenecía a las especulaciones propias de la ciencia ficción. Subrayemos esto: otro de los destinos compartidos entre el cine y la ciencia ficción es que sobre ellos ha pesado el estigma de los géneros y las artes incipientes (ahora la ciencia ficción va a la zaga en este terreno). En tal sentido, el que ambos sean los que abran la brecha a la práctica de las artes en otras coordenadas del infinito cosmos es de una extremada justicia poética.


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